A menudo no faltan los pretextos para comer pizza (es deliciosa, tenemos hambre, etc) Pero aquí hay otro: La investigación dice que puede hacernos más productivos en el trabajo.
Estamos seguros de que ya le está mostrando a su jefe este artículo para pedir una rebanada de pepperoni.
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Pero aquí está la letra pequeña:
El hallazgo se hizo en un nuevo estudio realizado por el psicólogo Dan Ariely, publicado en su nuevo libro Payoff (1). (La lógica oculta que da forma a nuestras motivaciones).
Su investigación llevó a considerar a cuatro grupos de trabajadores.
Le dio a cada uno un motivador diferente para incentivar su rendimiento diario. A un grupo se le prometió $ 40 dólares. A un grupo se le prometió pizza. A otro grupo se le prometió un reconocimiento a través de su jefe de grupo vía texto. Y a un grupo no se le prometió nada.
De inicio el ganador fue la pizza.
La productividad de los empleados aumentó en un 6,7 por ciento en el primer día. Esto en comparación con el grupo control. Este tuvo un segundo lugar con un incremento del 6,6 por ciento.
En el estudio de Ariely, al final ganó el grupo control, con la pizza como un cercano segundo lugar. Sorprendentemente al grupo que se le prometió dinero en efectivo rindió hasta un 6,5 por ciento menos que el grupo control.
Tal vez comer pizza es el incentivo para un momento determinado.
En la continuidad del trabajo los «gorditos» pensarán que comer seguido los hará engordar más. Los que trabajan en oficinas comen menos que los que hacen otros tipos de trabajo. Unas sabrosas pizzas vegetarianas o con harina entera puede ser una opción que estimule a largo plazo. O unas ensaladas para intercalar en la semana pueden hacer desaparecer la culpa.
Comer pizza puede ser más interesante cuando hay variación.
Proponemos que se haga un estudio con distintos trabajos y con alimentos alternativos como incentivo. ¿Qué tal unos tacos vegetarianos? ¿O unos tamalitos de pollo? ¿No le parece?
Recursos externos: (1) www.womenshealth.com.au
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